Quién soy

En un mundo imperfecto, yo no soy la excepción

miércoles, 27 de febrero de 2013

Conjuro de lo no posible

Para leer en voz alta noches frías en las que el  hielo escarcha las entrañas,  días de sol abrasador  evaporador de ilusiones, o tardes grises en las que la tristeza pesa y emploma el alma.



Desde el Reino de lo Imposible...

Puedo imaginar una isla llamada Existiamo con dos mil cocos, una hamaca y una playa de arena blanca donde reposar y restañar viejas heridas.

Puedo imaginar estrellas dibujando constelaciones con formas caprichosas y nombres absurdos.

Puedo imaginar un reino de montañas, un rey amable amante de la soledad y un hada alocada que visita su cocina.

Puedo imaginar un baile compartido abrazando la misma música en la distancia.

Puedo imaginar planetas con siete lunas, bosques de árboles trovadores, manantiales que susurran secretos y lobos que aúllan sus dudas en noches de plenilunio.

Puedo imaginar casi todo..., excepto habitar un mundo en el que tú no estés.





lunes, 25 de febrero de 2013

La voz y las palabras

Una vez más me tienta teclear en la pantalla una idea más o menos fugaz, una reflexión a menudo poco meditada, una frase al hilo de la cual lanzar al mundo mi discurso interno. ¿Es eso escribir?

Yo busco en la literatura historias que emocionen, personajes que sienta reales, sentimientos que, por afinidad,  bien podrían solaparse a los míos.

Cuando era una niña las historias brotaban acompañándome. Podía pasear una tarde de primavera mordisqueando el trigo verde y narrarme un cuento de campesinas valientes, princesas rebeldes, héroes intrepidos… A los trece años escribí una novela llenando con letra picuda tres cuadernos donde relataba las andanzas de unos personajes, que yo cree y que me acompañaban en todo momento.

Siempre se ha dicho que no puedes escribir sobre experiencias que no has vivido. Durante el paso de la adolescencia a la juventud me decidí a vivir sin preocuparme de buscar historias. ¿Acaso no era bastante apasionante la vida en sí? Me sumergí de lleno en lo que llamamos existencia: amores, matrimonio, hijos, trabajo, otra ciudad, miedos, decepciones, rutinas, pérdidas, reencuentros… Un día volvió el deseo de contar y una palabra enlazó con otra. Llegaron las historias, pequeñas instantáneas del día a día, brotaron los pensamientos íntimos que solo a la pantalla me atrevía a confiar, surgieron personajes que susurraban su historia...

Me embriagué de letras, y me sentí feliz en aquel mundo controlado donde las heridas ya ni siquiera rezumaban tinta. Aquellas historias me ayudaban a continuar escribiendo mi propia narración.

Sin embargo, hoy frente a la pantalla siento que la voz de esta narradora ha olvidado su objetivo que era crear historias y, enmudeciendo la ficción, se deja oír demasiadas veces.

No quiero perder de vista a Jane, superviviente en la selva, esquivando incansable las arenas movedizas del conformismo. Pero tampoco quiero renunciar a la fantasía en sí, al juego de imaginar, a la inventiva, a las voces de personajes nacidos para que otros los hagan suyos. Y, en esta mañana fría y transparente de febrero, me pregunto si aún puedo, si aún sé hacerlo como entonces cuando el bolígrafo vestía de azul las hojas cuadriculadas de un bloc.




miércoles, 20 de febrero de 2013

Pensamientos de paso

Al final van a llevar razón los partidarios de la actividad frente a la indolencia. Yo, que siempre he sido defensora de la gandulería en sus múltiples variedades, empiezo a plantearme acciones que mantengan ocupada mi ociosa y dispersa mente.

Si este blog tuviese un gran número de seguidores, podría poner aquí una retórica frase:  “se preguntarán ustedes por qué”.   Pero, como estamos entre amigos, sin preámbulos paso a contar qué motivos me llevan a plantearme modificar los hábitos de toda una existencia encaminada al puro dolce far niente.

Durante años disfruté de cada momento de holganza, sin mala conciencia por no hacer otra cosa que contemplar nubes o, incluso, hipnóticamente seguir el cambio de los dígitos de un reloj. Si bien soy intrascendente hasta en mis momentos zen, os aseguro que Ariel no habría dejado más blanca mi mente que esos momentos planos.

Pero sucede que, desde hace algún tiempo, esos momentos han perdido esa blancura hermanada con la pureza de la nada -perdón si a veces me sale un puntillo lírico próximo al ripio*-, y se están llenando de pensamientos que podríamos definir como desasosegantes.  Eso, a una epicúrea como yo, no puede menos que preocuparle.

La idea de hacer deporte y Pilates, por ejemplo, se ha instalado en mí. Será por aquello de “mens sana in corpore sano”. Hasta ahora yo asumía una mente rara en un cuerpo que funcionaba razonablemente bien, pero desde hace un tiempo me atrae la idea de hacer estiramientos, de caminar sintiendo el aire en la cara, e intentar definir cuerpo frente a mi actual indefinición existencial.

Otra idea que revolotea en mi nada despejada cabeza es la de modificar mi orientación sexual. En este caso, es mi lado práctico y razonable  el que se impone arguyendo lo siguiente:

Premisa 1. A muchas mujeres les gustan los hombres complicados.
Premisa 2. Yo soy una mujer complicada.
Conclusión. Luego a algunas mujeres (lesbianas) les gustaría yo (mujer complicada).

He hecho la prueba comentándolo entre amigas y  dos de ellas confirmaron mi teoría con estás palabras:

-         Si yo fuese lesbiana, tú me gustarías.

Pero la idea que más me ha preocupado es la que intentó instalarse en mi sufrido cerebro el pasado lunes.


Digresión:
Antes de entrar en detalles he de hacer dos puntualizaciones:

1.- Yo estaba en ayunas, llevaba dos horas esperando en una sala de espera, y acababan de sacarme sangre.

2.- Este escrito, fruto de intrascendentes reflexiones,  no pretende mofarse en ningún momento de creencias que, si bien no comparto, me merecen el mayor respeto.

Volvemos al lunes y el reconocimiento médico.

Allí estaba ella, rubia, lozana, estupenda y contenta… La conozco varios años. Mis pobres hijos la sufrieron (con felices y numerosos períodos de baja maternal por su parte) como profesora. Se la veía segura y satisfecha, sabiéndose parte de la élite de almas justas seguras de caminar hacia un cielo prometido.

Entonces me invadió la idea más extraña de cuantas han tenido el valor de entrar en mi mente. Fue como un rotulo de neón que no paraba de anunciar el camino a una felicidad posible. ¿Y si me dejaba de raciocinios de atea e intentaba abrazar una fe? ¿No sería más gratificante caminar entre cantos de alabanza, manos que enlazaban la mías, sermones orientativos, perdón de mis pecados, y un largo etcétera de bienaventuranzas destinadas a los puros de corazón.

Si bien los interrogantes son frecuentes en mí, hay una serie de certezas que me han acompañado y, entre otras, figuran las siguientes:

Soy vaga.
Soy mujer, complicada y heterosexual.
Soy atea.

En un mundo cambiante, donde la filosofía Ikea (duración precaria) impera, no puedo permitirme escapar de quién soy. Por tanto, me asumo, además de lo anterior, llena de contrariedades, absurda y cambiante como la vida misma.


  • *Ripio (Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe):
1.                              Palabra innecesaria que se emplea únicamente para completar un verso o conseguir la rima:
2.                              Conjunto de piedras, ladrillos y materiales de desecho que se emplean para rellenar huecos.





martes, 19 de febrero de 2013

Ayeres

Hoy, a primera hora, un compañero de trabajo me hablaba de la tristeza que sintió este fin de semana. Había esperado con ilusión el concierto del que fue uno de sus cantantes fetiches, un icono de su juventud.

- Veinte años esperando. Él, que decía que no os roben las ilusiones, ha robado las mías -me decía destilando rabia y desencanto.

Al hilo de sus palabras yo me preguntaba qué habría esperado encontrar. El ayer nunca vuelve. Los sabores, olores, emociones… que recordamos no son los que sentimos. Los hemos hecho nuestros y han ido caminando con nosotros, creciendo en unos aspectos, menguando en otros. Si algo es personal son los recuerdos, las añoranzas, los anhelos… Todo es tan nuestro como las células que nos componen, pero como ellas nacen, crecen y mueren.

Escuchando a este hombre yo pensaba en mis ayeres y mi hoy. ¿Qué queda de la niña tranquila y soñadora, qué parte de la adolescente solitaria, cuánto de la joven que, aun intuyendo que vendía su alma al diablo, pactó con él? Fragmentos de todas ellas me habitan, soy ellas siendo yo; pero lo que un día las conmovió, las rompió o las elevó a las nubes, ahora difícilmente llegaría a rozar las paredes de mi mundo.

Cambiamos..., a veces paulatinamente, en otros casos de forma traumática. La vida es ese devenir necesario, casi milagroso,  que transformó una ameba en tantas variantes biológicas.

Yo nunca quise ser Jane. Mi mayor anhelo era despojarme de la soledad y vivir cotidiana y normalizada. Anduve los caminos establecidos, dije las palabras esperadas, realicé aquello que se esperaba de mí, pero no pude dejar de soñar con otra vida, otros senderos... y un día brotaron insumisas las palabras calladas.

Mi equipaje está repleto de sueños antiguos, de ilusiones que no resistirían ver la luz del día, de momentos que forman parte de un pasado. Todo está allí, como esas estrellas que, a pesar de llevar muertas miles de años,  aún brillan para nosotros y nos ayudan a imaginar. Cada noche cierro los ojos consciente de mi realidad y cada mañana la abrazo, pero  me gusta pensar que bajo la almohada aún duermen los deseos que, aunque improbables, me niego a creer imposibles.  

“Lo que el gusano llama fin del mundo, el resto del mundo llama mariposa”. Lao Tsé




jueves, 14 de febrero de 2013

A quién pueda interesar

Opciones para hoy:

a) Te despiertas con un abrazo, un beso,  un sms apasionado...

b) Tienes alguien en tu vida, pero pasáis de San Valentín y memeces semejantes.

c) Estás triste, sol@ y crees que nadie piensa en ti.


Si has marcado las opciones a y b, enhorabuena. No es preciso que pierdas el tiempo leyendo este mensaje porque no lo necesitas, pero... si has marcado la opción c... Sigue leyendo que yo, como  Hacienda, pienso en ti.


Según cálculos de mentes sesudas -posiblemente de ciencias y quizás no románticas-, el año se compone de 365 días y 6 horas para querer y que te quieran sin necesidad de flores, corazones por doquier, regalos de última hora o cenas programadas. La vida es más real y menos pastel.

Abrazos.
Nota: Sé que dije que hoy no escribiría  nada, pero soy toda corazón, de letras y romántica,  qué queréis.

lunes, 11 de febrero de 2013

Soñar y fregar (interpretación de los sueños particular)

Soñar debo soñar, pero es raro que recuerde mis sueños. Imagino que alguna vez, aunque sea en el mundo onírico, estoy tan a gusto en una playa o ante una chimenea bebiendo vino en copa de talle alto y acompañada del hombre-que-la-vida-diseñó-para-mí. Pero al despertar no queda ni rastro de esa existenciaa que espero disfrutar en alguna dimensión.

Sin embargo, el sueño de anoche lo recordaba perfectamente esta mañana. No sé si había un hilo conductor, una historia… La imagen que quedó grabada en mi cerebro fue un fregador lleno de agua, que iba enturbiándose por momentos. Eso sí, al final mi mano tiraba del tapón y el agua huía por las cañerías en busca de su destino.

Hace años, de haber tenido curiosidad por este sueño, yo habría buscado en alguna biblioteca un libro sobre su significado. Hoy, Internet me facilita la vida. Voy a google y tecleo “soñar con agua sucia”. Mmmm qué poco alentador es lo que pone:

“Si el agua está revuelta o sucia, se aconseja cautela. Debería reconsiderar sus decisiones y no quedarse atrapado en sus emociones negativas. Es posible que deba encontrar tiempo para clarificar su mente y encontrar la paz interior.”

Claro que peor es leer los comentarios de los que, antes que yo visitaron la entrada, no por los comentarios en sí sino por las faltas de ortografía y la gramática, que parda no será pero da caguetilla.

Según el sueño tengo que ser precavida, mis emociones sufren o han sufrido un revés… Vamos que estoy hecha una Maripupas. Eso ya lo sabía yo. Pero también sé que ayer preparé tuperwares como una loca contra reloj porque mi hermano, que nunca viene a verme, decidió venir a comer con toda su familia, y fregué, fregué y requeté fregué cacerolas, sartenes, vasos, cubiertos… con Fairy aloe vera (que mis manos hablan de mí), scott britte y agua, mucha agua, que dejé correr. Eso mismo pienso hacer con tan negativas perspectivas, porque si algo sabe mi lado práctico y marujil  es que la suciedad y los estancamientos se quitan si te pones a ello.


viernes, 8 de febrero de 2013

Hablando de lo humano y de lo perruno...

Ayer leía, en la entrada de  un blog divertidísimo, las razones que el autor esgrimía deseando ser un perro. Humana y mujer las comprendí todas, aunque no las comparta. Nunca he querido ser un animal. Imagino que en algún test de los millones que circulan por ahí he debido responder a esa pregunta con una mentira descomunal. Yo no quiero ser otra cosa que ésta que escribe, que come chocolate, y que más de una noche de sábado ve Doctor en Alaska, Sexo en Nueva York y Breaking Bad (sí, mi vida sentimental es como el planeta KHITB345 de la galaxia Lemus, tal vez exista pero no se ve).


¿Y por qué escribo esto aparte de porque como no soy perro no puedo tumbarme al sol y contemplar el mundo con mirada perruna? Mmmm qué difícil es la respuesta, casi tanto como imaginar qué animal pude poner en los tests. Tirando de psicología de quiosco diré que ha sido una asociación de ideas mañanera. Camino del trabajo vi dos perros enormes, con collar pero sin dueño a la vista, que jugueteaban en la acera. Me dan miedo; es algo visceral como cuando escucho el zumbido de una moscarda y se me pone la carne de gallina y el cuerpo se me queda frío. Sufro el efecto,  aunque desconozco las causas. A lo que íbamos… Allí estaban los perros bien cuidados, felices, olisqueando el mundo… Y recordé el texto del bloguero F.G. ¿Son felices los animales? me pregunté originalísima a temprana hora de la mañana. ¿Deberíamos sacar nuestra parte menos racional y dejar el cerebro al sol como los lagartos?


Taconeaba envuelta en tan profundos pensamientos cuando de un portal salieron a la calle una niña, su madre y un perro pequeño, afortunadamente,  con correa. La niña parecía feliz, la madre malhumorada, y el perro… ¡Ah, el perro era el amo! Decidió pararse a contemplar el mundo en la puerta de casa y, aunque no era un mastín precisamente, impuso sus posaderas y voluntad, mientras las humanas, madre e hija, intentaba convencerlo tirando de correa y de caricias para que recorriese el camino a su vera. Si en el mundo perruno salirse con la suya es sinónimo de felicidad aquel, sin duda, lo era, y bastante más que la pobre madre que no paraba de mirar su reloj.


Cada equis tiempo alguien intenta convencerme de lo bien que me sentiría teniendo un perro que acompañase mis soledades. Pero es posible que  en mí habite el espíritu de un gato (gata sin duda) amigo de la comodidad y la independencia, que llevaría francamente mal la rutina de paseos, bolsas de recogida, vacunas, y todo eso que hacen los bienaventurados poseedores de mascotas.


Decididamente no ladraré mi felicidad canina y despreocupada a la luz de la luna ni al calor del sol. Prefiero sonreír, llorar, y emocionarme en todas las variantes sin correas, sin horarios, sin…, pero conmigo, tal y como soy, imperfecta, contradictoria y humana.



viernes, 1 de febrero de 2013

Viernes 13 (-12)

Poco tengo que contar, pero me pueden las ganas de comunicarme. Una  más de mis contradicciones, ya veis. En mi vida pasa el tiempo y no pasa nada.

Hoy, como cada día de lunes a viernes, la alarma me despierta a las 7 y durante 20 minutos mantenemos una pugna que ella termina por ganar. Salto de la cama y me enfundo mis zapatillas de maru, cómodas,  calientes y horteras (¿por qué les pondrán esas absurdas flores, estrellas o corazones con fondo chillón tipo lady Gaga?). Sigo... Enchufo la estufa del cuarto de baño para que mi cuerpo no sufra innecesariamente los rigores del frío durante la ducha. Os ahorro detalles de mis abluciones matinales, y pasamos a la cocina. Zumo de naranja envasado (mi nombre debería llevar la c de cómoda), capuchino (también de bote), dos galletas (de caja) vitalinea au chocolat (galletas quieroynopuedo), y lista para enfrentarme al mundo con mi cargamento vitamínico y calórico.


Llega el momento bata fuera (prenda indispensable junto con las zapatillas para el look completo de Maru, la ropa de diseño cubriendo mi cuerpo perfecto la uso en la vida que uno de mis yos tiene en otra dimensión de existencia vacía en medio de un lujo sin par). Previamente me he conjuntado al salir de la ducha, por si surge un serendepyti o como se diga y tengo que mostrar mi físico a los ojos de un varón interesado en él (soy hetero). Asalto el armario. Estudio posibilidades. Calculo si tengo limpias las medias negras o las marrones (el invierno es lo que tiene). Combino vestido con enfundamiento de piernas en medias y botas y voy otra vez al baño. Colorete, labios, cabello bien cepillado, y perfume (hoy Carolina Herrera, très chic que es una).


Busco bolso. Arrojo dentro el movil. No olvido coger las llaves. Salgo.

Ohhhhhh qué día más bonito. Primavera en febrero, que desespero jajajaa.

Llego al trabajo. Miro mis papeles. Busco el blog de Fernando Gilipollas. Mientras lo leo no dejo de reír y pensar lo bueno que es el tío. 


Pausa de café mediomañanero. Corro al cajero. Biennnnnn! Aún tengo una nómina que me permite pagar facturas, comer lentejas y mañana salir e ir al teatro. ¡¡¡¡ Sorpresa en este lugar del mundo hay un teatro y mañana representan una obra de Strindberg !!!!


Completando mi bucólico momento las notas del acordeón de un músico callejero se mezclan con el trino de pájaros embriagados de primavera (momento de la neurona cursi, dejadla que es su turno). Os aseguro que la moneda que arrojé al sombrero no pagó la sensación de absoluta felicidad sacada de película de Frank Capra que me invadía.


Mientras, mis fantasmas particulares, quietos y emboscados en los rincones más inesperados, susurran amenanzantes:

-Te crees que no vamos a darte la lata. Lee, frivoliza  y taconea cuanta felicidad  puedas, que cuando escuches una canción, un comentario, o llegues a casa te estaremos esperando.

Lo malo es que es verdad.
Y lo mejor es que miedo ya no me dan.