Quién soy

En un mundo imperfecto, yo no soy la excepción

jueves, 8 de noviembre de 2012

Tentaciones mundanas

Si el cartero siempre llamaba dos veces, tentando con mesas de cocina, rubias, y hombres pletóricos de testosterona; en el siglo XXI es el correo electrónico el que envía sus cantos de sirena a las naufragas frívolas como yo.

El control del Gran Hermano de Orwell ha llegado a nuestras vidas. Compras un libro en Amazon y cada día te llegan ofertas que (¡¡¡¡sorpresa!!!!) incluso incluyen baterías de cocina (seamos lógicos… ¿leo o cocino?), mantas de sofá (tengo y a pares), y no sé cuántas cosas más que ignoré porque otro correo me lanzaba sus redes. Nunca he comprado nada en Destinos Lets Bonus, pero como siempre se abría la ventanita ofreciendo su información periódica de súper ofertas un día acepté (tengo un lado facilón, qué le vamos a hacer). Ahora estoy muy bien informada sobre spas, románticas cenas, escapadas de ensueño, y rutas gastronómicas que no puedo permitirme.

Hace poco alguien me comentaba que era una pena que no fuese religioso porque tendría la opción de huir del mundanal ruido en un monasterio. Hoy la idea revoloteó por mi mente. ¿Podría yo retirarme a la tranquila y ascética vida monacal? Muy espiritual no soy, pero podría intentar buscar un sentido de la vida en las blancas paredes de un claustro. Hablo por los codos, y sería dura una vida silenciosa, pero me quedaría la opción machadiana de conversar conmigo misma. La frivolidad de ropas, tacones y cremas quedaría en el olvido, sustituida por austeros hábitos, calzado con diseño austero y agua (¿bendita?); y en medio de vida tal ¿quién pensaría en usar perfumes pudiendo oler a santidad?

El problema que se me plantea es qué haría yo en un convento. No sé cantar. No sé coser. No se me da bien la repostería. Ni siquiera podría ser una especie de Sor Citroën ya que no conduzco.

Vuelvo a mirar el correo. Mira que me gustaría ir al Spa  del Algarve, o caminar por Lisboa aunque no sea a ritmo de fado. Sevilla, Bilbao, Ámsterdam, Madeira… El mundo pecador espera mis tacones, aunque él y yo de momento tendremos que esperar que llame a mi puerta esa loto ganadora que, sin duda, figura en mi destino.







1 comentario:

  1. Jajajaja, no amiga, no. Ni tú ni yo valemos para esa vida monacal, te imaginas allí sin el cosmos???
    Un abrazo, guapetona.

    ResponderEliminar